This is the Spanish translation of the article: “Christmas in Ibero-America” published in H.O. in December, 2021.
El catolicismo se arraigó fuertemente desde los inicios de la colonización de Iberoamérica en el siglo XV. Bajo el Patronato Real, un acuerdo entre la Iglesia Católica y la Corona Española, por el cual el Rey de España tenía control total sobre las Américas, las órdenes religiosas se establecieron en el Nuevo Mundo para convertir a las poblaciones indígenas y garantizar la conformidad ideológica con la Corona Española. El clero incluía órdenes religiosas como los dominicos, franciscanos y jesuitas, cuyo trabajo impregnó todos los aspectos de la vida. La conversión religiosa fue un proceso histórico sumamente complejo y problemático, marcado por conflictos y violencia, como así también por adaptación y amalgamación cultural. La influencia resultante del catolicismo en las culturas locales fue tan profunda que aún persiste hoy en día.
Aunque aparentemente en declive –en la actualidad, el 69% de los latinoamericanos se identifican como católicos, comparado con el 90% en la década de 1970, según el Pew Research Center– y adaptado a las prácticas locales, el catolicismo sigue siendo la religión predominante en Iberoamérica.
Por eso no es sorpresa que las celebraciones católicas se sigan llevando a cabo de manera masiva y que, en muchos casos, los países iberoamericanos compartan tradiciones y costumbres.
Desde México hasta el Cono Sur –excepto Cuba, donde las celebraciones navideñas fueron prohibidas en 1969–, la imagen de paisajes nevados y un Santa Claus completamente abrigado con puños de piel, sombrero y botas de cuero, contrasta con el clima cálido que acompaña las festividades navideñas. Sin embargo, el espíritu navideño está vivo y se manifiesta con entusiasmo de muchas maneras.
En la mayor parte de Iberoamérica, es casi inconcebible pasar la Navidad sin un árbol, aunque fue solo hace unas décadas, en 1982, cuando el Vaticano adoptó la tradición del árbol de Navidad bajo el pontificado del Papa Juan Pablo II.
A diferencia de la tradición estadounidense, en Iberoamérica los árboles de Navidad artificiales son los más comunes. De variados colores –verde, blanco, dorado, plateado e incluso azul–, suelen decorar los interiores de las casas junto con los pesebres o nacimientos, que juegan un papel central al recordarnos la encarnación del Verbo.
La temporada de Adviento suele respetarse, y el ambiente navideño se siente ampliamente desde principios de diciembre. En Argentina, por ejemplo, los preparativos navideños comienzan el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, con el armado del árbol de Navidad y luces coloridas; y culminan el 5 de enero, con la visita de los Reyes Magos, cuando se desarma el árbol. En México, se considera que la temporada navideña realmente comienza el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, patrona del país. Las Posadas son procesiones que tienen lugar entre el 16 y el 24 de diciembre y representan a José y María buscando un lugar para hospedarse y dar a luz. Llenas de color y villancicos, estas procesiones son encabezadas por niños disfrazados de ángeles y culminan con Misa y piñatas con forma de animales, que los niños rompen con palos para que caigan dulces y juguetes.
En Nochebuena, las familias se reúnen para cenar y suelen compartir panetones de postre. En Chile, por ejemplo, es popular comer asado –un tipo de parrillada– junto con el tradicional Colemono, una bebida imprescindible hecha de aguardiente, leche, azúcar y clavo de olor. En Perú, las Chocolatadas son una costumbre que comenzó como un acto de comunión con los más desfavorecidos. Para la cena, los peruanos suelen comer pavo o cerdo asado con puré de manzana, además de puré de camote y arroz árabe como acompañamientos. Preparan el puré de camote con azúcar y canela, mientras que el arroz árabe de Navidad incluye pasas, almendras, caldo, fideos cabello de ángel y, por supuesto, arroz.
La Misa de Gallo, como se le llama en Iberoamérica, solía celebrarse a la medianoche, y aunque todavía se realiza, en la actualidad generalmente se lleva a cabo entre las 9:00 y 10:00 p.m.
Los fuegos artificiales solían ser una costumbre esperada en el pasado –y aún lo son–, pero se están prohibiendo cada vez más por razones de seguridad.
En México, donde la imagen de Santa Claus se popularizó a mediados del siglo XX, los niños lo llaman Santa Clos, nombre que todos entienden y se escribe como suena en español. Argentinos, ecuatorianos, uruguayos y paraguayos lo llaman Papá Noel –del francés Père Noël–; los chilenos, Viejo Pascuero; y los costarricenses, Colacho.
Sin importar qué nombre se le dé a Santa, todos esperan abrir sus regalos a la medianoche bajo el árbol y junto al niño Jesús.